Fija tu mirada en quien supo ver y descubrir en ti, lo que nadie más vió.
Escucha atentamente las palabras, de quien se atrevió a decirte la verdad que nadie más pronunció.
Toma la mano de la persona que te acogió, cuando todos los demás te soltaron.
Acércate a quien te buscó, cuando los demás se alejaron.
Ofrécele lo mejor de ti y tu fidelidad, a quien no te pidió nada y valoró tu alma, cuando no tenías nada material que entregar.
Créele a quien te dijo la verdad, aún sabiendo que podía perderte y no a quien te engañó para tenerte ahí porque le convenía.
Perdona a quien menos lo merece, aunque no te lo pida, porque es quien más lo necesita.
Suelta lo que te pesa, aunque sientas dependencia. Es mejor no tener nada, a cargar cosas que no valen la pena.
Quédate con la persona que nunca se fue y estuvo ahí, sobretodo cuando eras invisible y nadie más supo descubrir en ti tu valor.
No le insistas más, a quien no quiere escucharte ni recibir lo que le ofreces; seguro hay alguien más que no te lo pide, pero que lo necesita y lo merece.
No repitas palabras que aunque suenen bonito no las sientes, es preferible el silencio a la rutina o las apariencias de lo que no existe realmente.
No siempre lo que quieres es lo que te conviene, ni la persona a las que más amas es la que realmente te ama.
A veces quien menos te lo dice es quien más te quiere y quien más te lo repite, solo lo dice pero no lo siente tan fuerte.
No te acomodes lamentándote por lo que no puedes cambiar, hay cosas que tienen solución, búscalas, y si no la tienen, sigue adelante, no te estanques.
Por eso, fíjate bien donde pisas, quien está realmente lejos o cerca, así sentirás seguridad de aquello con lo que cuentas.
Autora: Kary Rojas
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