Hay frases que por necesidad de nuestra alma, nos tienen que hacer reflexionar, si es que en verdad estamos vivos. Tengo la sensación de que a diario vivimos y no entendemos las razones de nuestra existencia.
Dijo un día Facundo Cabral algo hermoso, que reproduzco y analizaré seguidamente.
Dijo Cabral: "Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace, es una buena noticia. Cada hombre justo es una buena noticia. Cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos".
Me quedo con la primera estrofa... "Cada mañana es una buena noticia". Es que, convencido estoy, que cada mañana, cada amanecer, es la mejor de las noticias. Nos levantamos a diario y parece que perdonemos al destino puesto que, vivimos convencidos de que es una obligación de la vida que tengamos que vivir con salud.
Yo diría que es una bendición que a diario, veamos salir el sol con esta salud que disfrutamos y que nadie sabe entender, ni por supuesto valorar hasta que la hemos perdido. La raza humana, tan cargada de imperfecciones, sólo es capaz de valorar aquello que disfruta cuando lo ha perdido para siempre. Así de pobres somos.
El simple hecho de vivir y de estar bien sería motivo más que suficiente para que al vernos a diario, nos diéramos abrazos hasta rasgarnos nuestro atuendo. Pero no. Somos incapaces de entender la grandeza de la vida viviendo en salud. Y cuando nos atañe un mal irreversible es cuando nos damos cuenta tarde, de no haber sabido disfrutar de la vida. Los hay tan necios que no contentos con vivir, hasta se dedican a tirar bombas para matar a inocentes. ¡Qué mundo hemos forjado!.
Existen miles de ejemplos que nos deberían hacer reflexionar más a menudo. Me viene a la mente ahora, un chico llamado Alejandro, es vendedor de lotería. Va vendiendo sus boletos y cantando por las calles. Y sus canciones no tendrían mayor mérito si no contara lo que voy a relatar de este hombre.
De niño se quedó paralizado en sus piernas. Prácticamente, era imposible que volviera a andar. Pero él tenía una ilusión desmedida en caminar por sí sólo. Por volver a tener movimiento en sus piernas y que éstas le sostuvieran, estuvo cinco años en un hospital, sufriendo 32 intervenciones quirúrgicas. Al final, se hizo el milagro y Alejandro pudo andar.
Verle caminar es un suplicio. Anda roto y desgajado; pero anda. Sus piernas son como palos rotos; pero anda. Y su ilusión, tan inquebrantable como su alma, le hace ir por las calles cantado y dándole gracias a Dios por que, a fin de cuentas, puede andar solo.
Un hombre, Alejandro, como otros miles de seres en el mundo, es capaz de cantarle a la vida, de darle gracias a la providencia, a pesar de caminar de forma grotesca, vista desde los ojos de los demás.
Alejandro es la ilusión, la alegría, el buen humor y la esperanza para todos los que le rodean. El, con su tragedia a cuestas, nos ha enseñado al mundo unas lecciones que a diario teníamos olvidadas. ¿Será posible tanta grandeza? Me pregunto yo.
Seguro que sí. Cada mañana es una buena noticia, la mejor de las noticias y nos lo tiene que recordar, casi siempre, una desgracia ajena. Tenemos la gran fortuna de la salud y, como la fábula del mendigo, nos lo tienen que recordar a diario.
"Tienes salud. ¡Ah, hermano, hermano, qué fortuna tienes y no te das cuenta!".
Seguro que nadie me quita la razón. Quizás me entenderán mejor los que han sufrido alguna desgracia personal. De todos modos, el mundo seguirá odiándose.
Por lo visto, es más divertido el odio que el amor. Allá ellos, los que odian, los que roban, los que matan, los que desprecian a la vida.
¡No saben lo que se están perdiendo!.
Desconozco su autoría
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